Complementan al traje los calzoncillos
(pantalón interior blanco que sobresale del traje adornado con líneas de
colores), la faja, las shapajas, la peluca y las armas que lleva en la mano.
Cada uno de los elementos que componen el traje hacen ver al guerrero más
amenazante, más fiero y más valiente, como lo eran los hombres del pasado que
habitaron las tierras coronguinas.
Las Shajapas:
Son parte muy importante del vestuario de
los guerreros. Gracias al peculiar sonido que hacen cuando bailan: "Shak
Shak", "Shak Shak", "Shak Shak" ha surgido la
denominación onomatopéyica de Shajshas que es como se conoce actualmente a la
danza.
Las Shajapas están hechas de semillas del
árbol llamado «Maichil» (Apocynacea Thevetia peruviana) que solamente
crece en la parte amazónica de nuestro país, por lo que son prueba material
irrefutable de que la cultura Korymarca o Curunmarca trascendió sus fronteras y
estableció lazos comerciales y/o culturales con pueblos de la ceja de selva
como el Marañón y Huánuco. Con esto es fácil explicar el porqué de la
existencia de guerreros Panatahuas en Corongo, ya que estos son originarios de
la zona de Huánuco y vinieron a apoyar a los coronguinos en la guerra contra
los incas durante la expansión aplicada inicialmente por Pachacútec y culminada
por su hijo Tupac Inca Yupanqui.
La preparación de las shajapas siempre ha
estado sumida en el mito y la leyenda, los antiguos coronguinos, contaban que
para que éstas suenen adecuadamente, deben de ser preparados en una forma
ceremonial y que no cualquiera podía hacerlas, siendo la gente de Colcabamba
los diestros en este arte; hoy en día las mejores shajapas están en San Isidro,
Aco y Cusca.
Las semillas del maichil se limpian, son
puestas a secar y esperan a una noche de luna llena, donde a la luz de la «Mama
Quilla» (Luna), se tuestan en grasa de venado o de chivo hasta que adquieran
las características que el artesano y el danzante quieran. Las semillas poco a
poco van adquiriendo su color oscuro y van obteniendo el sonido que hará
temblar la tierra cuando, atado a sus tobillos, acompañen el danzar del
guerrero.
Todas las shajapas no suenan igual, según la
tostada, puede ser más grave o más agudas, pero en conjunto, hacen que de los
pies de los guerreros surja un sonido mágico, que se siente en las entrañas y
recorre el cuerpo entero cuando uno los ve bailar al son de los cajeros.
Después de ser tostadas, se pasa una tira de
nylon por la parte superior de cada una de ellas y se atan en pares en una
resistente tela que será la que se ceñirá a los tobillos del danzante.
Las shajapas se componen de hasta doscientos
pares de semillas llegando a tener más de un kilo y medio de peso cada una.
Esto hace que el danzante shajsha requiera una formidable condición física para
poder ofrendar su baile.
Las Armas del Guerrero:
El Shajsha de la provincia de Corongo, es un
guerrero presto para la lid, muestra en su danzar escenas de ataque y defensa
que al final remata con un baile de victoria. Por ello sus armas llamadas la
macana y la rodela, son parte muy importante de los aditamentos que lleva
mientras hace sus coreografías.
La
Macana es el arma ofensiva, representación de las porras de guerra prehispánicas,
armas de mano portátiles y ligeras, pero muy eficaces en el combate cuerpo a
cuerpo. Junto al fiero carácter y a la capacidad bélica de los guerreros, el
arma causaba grandes estragos en el enemigo. No por gusto los guerreros de
Korymarca (Huallas, Cushcas, Clarin irkas, Namus, Tapcas, etc.) fueron
conocidos por su fiereza y sus destrezas en los campos de batalla. Hoy sabemos
que durante mucho tiempo mantuvieron en jaque a las tropas incaicas antes de
ser sometidos y anexados al Tahuantinsuyo.
La Rodela es el arma defensiva, representación del escudo que el guerrero llevaba a las batallas
para protegerse. El shajsha es tan orgulloso y confía tanto en su fortaleza,
que prefiere llevarlo a la espalda. Solo lo muestra y lo ubica en su posición
defensiva natural, cuando la danza llega a su auge, durante la contramudanza,
cuando los guerreros combaten entre ellos ceremonialmente, trayendo al presente
las grandes campañas bélicas del pasado.
Mientras baila, el shajsha lleva la macana
en la mano derecha, la cual blande dibujando estelas en el aire o como
queriendo cortar al viento con sus movimientos. La rodela se mantiene en la
espalda, firme y presta para salir cuando el guerrero la necesite.
La Peluca:
Es la prenda que los Shajshas llevan
cubriendo su cabeza. Se confecciona en un pedazo de sombrero o una gorra tejida
donde se sujetan mechones largos de pelo que son alternados con cintas de
colores.
Este accesorio complementa la fiera figura
del guerrero, haciéndolo verse mucho más amenazante y de un mayor tamaño
corporal, con la finalidad de amilanar al enemigo.
Antiguamente, las pelucas eran desgreñadas y
llevaban una gran trenza. Hoy en día se mandan a confeccionar de materiales
sintéticos. Al bailar el guerrero mueve vigorosamente cabeza meciendo los pelos
y las cintas que al moverse asemejan serpientes prestas para el ataque.
En general el Shajsha de la provincia de
Corongo (Aco, Cusca, Corongo, Colcabamba) es una gran unidad cultural y
folclórica, semilla originaria de un incasable pueblo luchador, que a pesar de
los siglos ha sabido mantener y defender sus principales manifestaciones
tradicionales.
Así
debe de mantenerse para siempre, es tarea de nosotros el de inculcar a las
nuevas generaciones la grandiosidad de nuestra cultura. Las manifestaciones de
nuestro pueblo no deben separarnos, ellas no obedecen a políticas personales,
familiares ni institucionales sino al amor por una tierra que supo darnos lo
mejor de sí y a la cual siempre tenemos presente sin importar el tiempo ni la
distancia. Por tanto todos los debemos de bregar juntos, rescatando la originalidad
de nuestras manifestaciones folclóricas, promoviéndolas y difundiéndolas
adecuadamente por el bien de nuestro amado terruño, Corongo.