27 diciembre, 2016

Almas en pena

Por Samuel Nieves Reyes

Embriagados adolescentes, caminan entre tumbas del oscuro cementerio coronguino, buscando una cruz de madera, para cumplir con el desafío juvenil lanzado. Clavar un sombrero sobre ella. Las oscuras sombras de la frígida media noche andina, propicia para que los irreverentes atrevidos. Después de trepar las paredes del campo santo avanzan resueltos, entre los secos arbustos, de olvidadas tumbas. El velo de la débil luz de luna, iluminan las estrechas huellas de los perdidos caminos hacia ellas. Las copas del fuerte licor barato ingerido energizaron las irreverentes valentías noctambulas. Consumado el hecho, José trata de huir sin poder conseguirlo. Sus ocultados temores de ultratumba, se hicieron presente en el coronado reto, porque sus horrorizadas imaginaciones lo llevan a sentir tirones de la esquelética mano del yacente difunto, lanzando un lastimero grito de horror en busca de una mano amiga, para que lo auxilie en ese critico momento, que su valentía fingida, huía despavorido también lejos de ahí… ¡Ayúdenme que el maldito difunto no me deja partir! Después de una peleada disputa con el más allá, en las oscuras sombras, un último y decidido esfuerzo logra zafar el retenido poncho. Nunca se percató de su también clavado poncho, adherida, hallábase a la santa cruz. Justiciándose así, la violentada paz… del olvidado penante.

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